CRÍTICAS
Push up 1-3
El Club de la pelea
Parece ser que las grandes empresas se han
transformado en los nuevos conventillos de la posmodernidad. No sólo porque son
propicias para que circulen chismes, rumores, críticas y envidias entre sus
empleados, sino que también los que trabajan en ellas suelen pasar más tiempo
de su vida ahí adentro que en su propia casa. De esto habla Push
up 1-3, de la vida alienada que producen los nuevos paradigmas
laborales.
La traducción de Push up sería “empujar para
arriba”, casi todos los personajes de la obra miran hacia arriba. Sueñan,
anhelan, compiten por tener un lugar en el piso 16, donde está el mayor
prestigio de la empresa, morada del dueño, Kramer, una especie de padre de la
horda, a quien todos quieren agradar y ser beneficiados por su mirada y
aprobación.
Gastón Czmuch, adapta la obra de Roland
Schimmelpfenning, y se vale de una puesta en escena minimalista, dividiendo el
escenario en dos partes. Por un lado tenemos a los agentes de seguridad en su
escritorio, quienes se ubican en la entrada del edificio y con el monitor,
satisfacen su voyeurismo, mirando todas las internas en las relaciones
interpersonales dentro de la firma; pero no son observadores pasivos, ellos
comentan, opinan y se asombran de lo que están siendo testigos. Por el otro,
tenemos un cuadrilátero, que representaría las luchas internas que se dan en el
interior de la corporación, allí se despliegan tres historias relatadas en
pareja de pares, cada una exhibe la auténtica pelea donde el objetivo es
knockear al otro que representa una amenaza para sus aspiraciones
empresariales.
Así observamos a la impecable y reprimida chica
de azul que debe enfrentar los embates de la celosa esposa del dueño; La
publicista que se enfurece con el hombre de más confianza de Kramer, quien
desestima el nuevo proyecto de ella; Un viudo obsesivo y un joven adicto al porno,
compiten por quien será el enviado a Nueva Delhi. Estos tres actos se conforman
por los intensos y crueles diálogos donde cada personaje reluce lo que quiere
mostrar de él y despliega sus estrategias de boxeo, pero combinados con
dramáticos monólogos en los cuales salen a la luz sus verdaderos conflictos
internos.
Las tres peleas descarnadas, cuerpo a cuerpo y
sin reglas que pacten el juego, son espiadas por los agentes de seguridad,
quienes con sus opiniones aportan la ingeniosa cuota de humor descontracturante
a la tensión que se está presenciando. El cuidadoso trabajo de iluminación,
permite poner el foco de atención al conflicto central entre tantos
disparadores que posibilita la obra.
El
gran trabajo interpretativo de todos sus actores es lo que causa estas
fluctuaciones de sensaciones experimentadas. Es notable la habilidad de su
director para lograr un grupo actoral unido, donde todos tienen momentos de
lucidez en sus personajes tanto en los diálogos como en los monólogos.
Pero Push
up 1-3 es algo más que la típicas peleas por ascenso, da
cuenta de cómo el otro rival es aquel que cumple rasgos que funcionan en espejo
con uno, se pelean con el par, con el parecido, con ese especular que los
identifica. De la misma manera, expresa como la misma realidad depende del ojo
de quien la mire, dándole un sentido puramente subjetivo. Hay una secuencia
brillante donde la publicista y el ejecutivo tienen el mismo monólogo en forma
simultánea, dicen casi lo mismo, pero el relato de los hechos, adquiere connotaciones
muy distintas según el género que la exprese. No es lo mismo cómo cuenta y
significa las situaciones un hombre que una mujer.
A la vez que se sumerge en los interiores
psíquicos de sus personajes, nos permite pensar cómo afectan a las
subjetividades las actuales políticas de mercado globalizadas a cargo de las
corporaciones multinacionales. Sus empleados son objetivados, todos al correr
detrás del mismo ideal, descuidan su vida personal producto de priorizar la
profesional. Son personajes anónimos, solitarios, neuróticos, carentes de
disfrute y los registros del amor y el deseo brillan por su ausencia.
Como dije anteriormente, Push
up 1-3 es una obra que detrás de su sencillez aparente
esconde una denuncia de la gran complejidad humana y capitalista, esto la hace
enteramente disfrutable durante los noventa minutos que dura la puesta teatral,
y con suerte a la salida, más de uno se cuestione su presente laboral y
personal.
VER ARTÍCULO COMPLETO:
Publicado el 24 enero, 2012 por gwen_yorke
Por Vanesa O’ Toole
¿Todo sea por ascender?
Push Up 1-3 es una obra escrita por el dramaturgo alemán Roland Schimmelpfennig, que trata la difícil intersección entre la vida personal y profesional en el mundo corporativo.
El término push up se refiere, literalmente, a “empujar para arriba”. Y en esta premisa se escudan los personajes, interpretados por Martín Orellano, Marigela Ginard, Ayelén Rubio, Héctor Leza, Victoria Troncoso, Guillermo Lagüela, Diego Manara y Karina Mauro, para accionar en su vida profesional.
Los personajes “empujan para arriba”, llevándose por delante al otro y tratando de llegar hasta el último peldaño de una larga escalera corporativa. Y este atropellamiento por llegar a la cima los lleva a descubrir que, mientras más intentan ascender en su vida profesional, su vida personal va barranca abajo.
El texto está estructurado en un prólogo, tres diálogos y un epílogo. Cada diálogo se da entre dos personajes que luchan por sus respectivas posiciones y por superar al otro en la escala de poder. La ficción es una metáfora de una pelea en el ring, donde uno de los dos contrincantes gana por knock out.
Por tanto, la escenografía se reduce a un ring y a un escritorio que simula ser la entrada del edificio, donde dos personajes de seguridad observan la pelea, como espectadores diarios de la lucha de poderes. Para metaforizar aún más la idea de lucha en el cuadrilátero, cada diálogo o “round” se da inicio con el sonido de una campana.
Más allá de los diálogos en que ambos personajes batallan a muerte por cumplir su cometido, es a partir de los pequeños monólogos donde muestran la verdadera naturaleza y motivación de cada uno, permitiendo al espectador comprender que ambos personajes no solamente se parecen, sino que sufren ante las mismas situaciones y que están inmersos, sin saberlo, en la más desdichada soledad.
Es en estos momentos donde los personajes se desnudan y los actores alcanzan el punto álgido de sus actuaciones. La sencilla iluminación acompaña perfectamente el estado de oscuridad en que cada actor se ve obligado a sumergirse, logrando que el espectador cobre empatía y se emocione ante los conflictos internos de los personajes interpretados.
En cuanto al diálogo propiamente dicho, a veces escuchamos las mismas palabras en la boca de distintos personajes, lo que hace que el texto cobre un nuevo significado, una nueva dimensión que lleva indefectiblemente a una sola conclusión: la soledad es el efecto de todas las causas.
Por todo lo antedicho, Push Up 1-3, dirigida por Gastón Czmuch, se convierte en una obra muy interesante de ver y que nos lleva a reflexionar en nuestro propio comportamiento ante la vida profesional y personal. ¿De qué somos capaces por ascender?
VER ARTÍCULO COMPLETO:
Espectaculosalamod's Blog
PUSH UP – noviembre 2011
Muy Buena. Una obra sobre el ejercicio de escalar posiciones en el ámbito laboral. A cualquier costo. Perder la salud, perder un amor, perder la alegría, todo por triunfar en la competencia. Visto así parece tan claro y sin embargo hay tantas justificaciones para el que transita por esa situación.Cuatro dúos y cuatro miradas sobre la realidad. Hombre y mujer los encargados de la seguridad miran todo desde otro lugar y es el lugar que yo elegiría, miran la guerra, la batalla incruenta pero terrible, como quien ve un televisor, sin angustia y ayudan a enhebrar la historia.
Reemplazando a Martín Orellano , Mariano Legaspi en el papel del caballero de seguridad, excelente, lo remarco porque hace dos semanas que está en ese rol y si no me lo dicen jamás lo hubiera pensado, un genio.
El resto son enfrentamientos y se dan en otro lugar, una especie de cuadrilátero con cintas en el que dos personajes se enfrentan y los otros sujetan las cintas a modo de postes….sentados en bancos. Buenas actuaciones y, en general se proyecta una tensión interesante en cada enfrentamiento.
Hay momentos de diálogo y también, mediante cambio de luces, cada personaje cuenta como hablando con el espejo, parte de su vida, su mirada, su realidad.
La dupla que me impactó mucho, Marigela Ginard y Ayelén Rubio ponen muy en claro, desde el principio y para toda la obra, que en realidad todos son iguales, los mismos miedos, las mismas dudas, la misma angustia. La tensión lograda por esta dupla, seguida por las reflexiones personales, muy emocionantes, son difíciles de olvidar.
La dirección, manejo de luces y puesta en general, todo muy bueno.
María Inés Senabre
VER ARTÍCULO COMPLETO
http://espectaculosalamod.wordpress.com/boletines-criticas-etc/push-up-noviembre-2011/
Martes, noviembre 08, 2011
Push up 1-3 de Roland Schimmelpfennig
Por Azucena Ester Joffe
La acentuada individualización que conocemos actualmente no es, de ninguna manera, signo de la liberación del sujeto que encuentra en los recursos propios los medios para una gestión autónoma de su existencia.(Le Breton, 1995:164)
Del prolífico dramaturgo alemán, cuyas obras de teatro han sido muchas veces traducidas a varios idiomas, Push up 1-3 fue estrenada en el 2001 en Berlín. “Push up” significa literalmente empujar hacia arriba, y este es el clima que alcanza la propuesta de Gastón Czmuch[i]. Porque da cuenta como las multinacionales están a la orden del día y como al internacionalizar los mercados más allá de sus fronteras no sólo generaron un cambio paradójico en la política y economía mundial –por un lado, un mundo globalizado pero, por otro, la fragmentación de los estados nacionales y una nueva división de trabajo, sino que también modificaron las relaciones interpersonales y los valores sociales-laborales. Así el espació escénico de la empresa multinacional está dividido a modo del montaje alterno, donde las situaciones tienen correspondencia temporal. La escenografía con economía de recursos y la cuidadosa iluminación construyen estos dos ámbitos totalmente diferentes y, en cierto sentido, opuestos pero sin rivalidad, de este modo atrapan al espectador, y éste puede focalizar su mirada en uno u otro extremo, como en un juego de ping pong. Por un lado, el espacio lúdico es construido por los personajes – Angélica y Sabina, Patricia y Roberto, Enrique y Juan - que en una carrera por el éxito profesional se enfrentan como gallos de riña, por alcanzar a cualquier precio poder dentro de la dicha jerarquía: la Dirección o la Junta Directiva o la Representación en el exterior o…Los seis actores con profesionalismo van construyendo dentro del cuadrilátero que ellos mismos construyen con sus cuerpos, los tres binomios en conflicto. En el centro del mismo, entre los diálogos intensos se intercalan con fluidez los miedos y las angustias de cada personaje, mientras su partenaire queda “suspendido” en penumbras. La acción dramática adquiere un ritmo frenético como lo es la lucha por tener una imagen exitosa, cierto status y el reconocimiento profesional. Además, es interesante y le da más textura al texto espectáculo el otro espacio, donde “nada pasa”, construido por María (Karina Mauro) y Enrique (Martín Orellano), los dos personajes encargados de la seguridad del edificio. Ambos observan en el “monitor” estos enfrentamientos en recintos privados, especialmente María que no deja de estar atenta a lo que la “pantalla refleja” mientras come una galletita o se lima sus uñas con un reiterado "¿O no?". Ellos que están relajados, casi sin movimientos y con escasos comentarios, generan el humor simple, el humor cotidiano pero, a la vez, irónico. Push up 1-3 es una propuesta estética de la globalización, donde todo el grupo de profesionales del ámbito teatral son como las piezas de un puzzle que dan forma a un hecho espectáculo totalmente acabado, sin fisuras.
LunaTeatral: ¿Cuál fue el punto de encuentro entre el autor y el director?
Gastón Czmuch: Con respecto a cómo llegué a la obra, puedo decir que casi de casualidad (digo casi porque soy partidario más de las causalidades que de las casualidades). Estaba en una librería y, ávido de textos nuevos para leer, vi un libro de un autor desconocido para mí... Roland Schimmelpfennig. Ahí nomás decidí comprarlo y debo decirte que lo tragué. Me pareció genial. En estas obras había de todo: por momentos guiños de realismo mágico y, por otros, textos con mucha crudeza y contundencia. Al leer los estudios críticos que la editorial decidió publicar en esa edición, me encuentro con que uno de ellos menciona a Push Up. Automáticamente me puse en contacto con el Goethe y ellos me facilitaron la versión en español del texto. En aquel entonces yo estaba pasando un momento laboral complicado y la aparición de esta obra puso las palabras que mi boca necesitaba pronunciar. Uno de los recursos (que en lo personal es algo que me gusta mucho) que el autor utiliza para poner de manifiesto sus ideas y pensamientos es el de la superposición. Esta metodología la propone de maneras diferentes: en algunos textos (como en La mujer de antes) utiliza los flashbacks o flashforwards... generando modificaciones de sentido de una misma situación; en otros (como en Antes y después) utiliza como patrón de escritura el patchwork... relatando situaciones "supuestamente" inconexas; y aquí, en Push Up 1-3, propone dos tipos de superposiciones para generar contrapuntos: una primera que son los monólogos a público, en donde los personajes muestran de manera descarnizada lo que no se animan a decir cara a cara. El otro contrapunto son el prólogo y el epígrafe: los guardias de seguridad, estos personajes (que en el texto original no aparecen más que para sus monólogos) base de esta pirámide y con ninguna pretensión e intención de ascender, entienden más como se mueve el juego... más que los propios ejecutivos. Tal vez, en su rol de "estar" (y no de "ser”, como es la de los otros seis personajes) y un poco ese juego de Gran hermano que se da por las cámaras de seguridad hace que puedan ver otras cosas. Además en ellos está claramente puesto el acento en el vínculo que mantienen entre ellos, en contraposición con los otros.
VER ARTÍCULO COMPLETO:
Push-up 1-3 de Roland Schimmelpfennig
30 de octubre de 2011
Por Alejandra Hidalgo
Obra del joven dramaturgo alemán Roland Schimmelpfennig, es una reflexión sobre las disputas que se originan en la lucha por el poder dentro de una gran empresa, donde la ambición por alcanzar el éxito profesional hace que éste valga más que la vida misma.
Llegar a la meta a cualquier precio: esa es la consigna. Las disputas laborales se entremezclan con los problemas personales, excediendo el propio ámbito de trabajo, creando un clima ríspido y por demás dramático. La aparición en cada escena de los integrantes de la empresa, en grupos de a dos, dentro de un cuadrilátero (semejante a un ring con cuerdas incluidas) y donde los demás personajes esperan estáticos en cada ángulo del mismo, le dan más dramatismo y hacen más tensa las situaciones, sólo matizadas por toques de humor en los comentarios certeros de la pareja encargada de la seguridad del edificio, que observa las disputas a través de un monitor.
Diálogos tensos y densos entre cada par de personajes enfrentados para después completar su historia solos frente al espectador, como la de la empleada modelo: pulcra, responsable, ambiciosa, encarnada por Ayelén Rubio, que luego de su pelea con otra mujer- su superior jerárquico- a cargo de Marigela Ginard, provoca un momento de honda emoción, mostrando su sufrimiento, soledad y vulnerabilidad.
Una escenografía por demás mínima conformada por el cuadrilátero y las sillas en cada esquina, y en un extremo el escritorio del personal de seguridad; junto con un cuidado uso de la iluminación, logran ese clima de aspereza y angustia donde la atención confluye tanto en las palabras dichas como las que se dejan entrever.
Muy buena dirección de Gastón Czmuch, el cual logra un parejo trabajo en equipo
CALIFICACIÓN:
EL AURA CULTURAL
24 de Octubre de 2011
http://elauracultural.blogspot.com/2011/10/obra-push-up-de-gaston-czmuch.html